La noche del jueves Santo fue fría en Zamora, pero muy calida entre las filas del Coro de la Hermandad Jesús Yacente.
Era mi quinta participación en el canto del Miserere. Y como en años anteriores lo hice acompañado de buenos amigos zamoranos. Momento emocionante donde los haya, yo diría que el más especial de toda la Semana Santa en Zamora.
Y como decimos al terminar: "salud para otro año."
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